por el Dr. Arturo Peña
Octubre 2010
En los últimos años han aparecido una seria de predicadores y maestros que nos hablan de la prosperidad como una forma de “premio” que Dios le da a sus seguidores. Ponen las cosas como si Dios estuviera obligado a “prosperar” a aquellos que le han hecho el favor de aceptarlo en sus vidas como Señor y Salvador; como si esto mismo fuera una concesión que le hemos hecho al Señor Jesucristo y... que él debiera estar agradecido de tales seguidores y por lo tanto obligado a pagarles de acuerdo a cierta doctrina que solo enriquece a un grupo de vivales que tienen toda clase de lujos, riquezas y casas, inclusive aviones.
Basándose en una promesa escrita en 3ª Juan 2 que nos habla del deseo del apóstol Juan a un anciano de nombre Gayo “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” Si nosotros analizamos el contenido de esta oración, veríamos que significa que todo estaría en función de la prosperidad del alma. Pero el alma no puede prosperar cuando sembramos en ella ambición, corrupción, deseo de ganancias que resultan ser deshonestas. Hablando en forma general diríamos que los únicos que tienen posibilidad de prosperar son los que reciben el dinero de los incautos que creen que dando dinero recibirán más.
Debemos ser creyentes de las promesas de nuestro Señor que nos dice que no nos dejara y que no nos desamparara, si nos mantenemos fieles a sus principios y mandamientos. Hay una promesa en la biblia escrita en Malaquías 3:10-11 que dice lo siguiente: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.” Por mas que busco en donde están los tesoros de dinero, no los veo. Nos habla de bendiciones, de protegernos del devorador, de proteger nuestra tierra y nuestra vid, pero no encuentro “el dinero”.
Creo que si hemos tenido la mala decisión al haber caído en manos de uno de estos vivales, haga lo que la escritura dice “salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos.” Porque les haría un favor al hacerles ver su ambición. “Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.” (Marcos 6:7-9). Yo creo que de acuerdo a los predicadores de prosperidad, el Señor Jesús, se equivocó, debió enviarlos para que recogieran dinero, para que se enriquecieran, para explotar a las casas en donde entraban, porque eso es lo que hacen y enseñan estos malvivientes.
La verdadera prosperidad consiste en lo que puedes dar a Dios sin la pretensión de recibir nada a cambio, Dios conoce nuestras necesidades mejor que nosotros. Debemos estar conformes con lo que tenemos y darle gracias a Dios por las bendiciones que continuamente recibimos de él. No buscando ganancias deshonestas, sino contentos con lo que tenemos. “No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. (Eclesiastés 2:24).
“El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.” (Eclesiastés 5:10)
“Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.” (Eclesiastés 5:15)
Como pueden ver hermanos, nada de lo que tengamos en esta tierra podrá ser llevado al cielo, El Señor Jesús aconsejaba. “Haced tesoros en el cielo en donde no hay ladrones, ni polilla, ni orín”
No te dejes engañar por alguien que solo te habla de prosperidad para llenarse sus propios bolsillos, se prudente, cauto, inteligente. Y Recuerda lo siguiente:
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente:
El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.” (Hebreos 13:5-6)
Dios les bendiga
excelente
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